Elaborar tu propia crema no es tan complicado como parece. No sólo tiene beneficios para la piel, sino para el medio ambiente porque se utilizan materiales respetuosos y ecológicos.
Reducimos el consumo de plástico y envases. Es una conducta zerowaste muy positiva.
A menudo suele ocurrir que una piel que no es alérgica lo sea. O se vuelva intolerante o reactiva con el uso continuado de cosmética convencional que están llenos de productos de relleno y químicos sintéticos. Suele ocurrir que nuestra piel lo rechaza y surjan reacciones, como rojeces, picor, irritación, inflamación.
Es importante que conozcamos no sólo que tipo de piel tenemos sino también hay que analizar cómo se va comportando la misma. Por ejemplo no es lo mismo en verano que en pleno invierno.
En las épocas de frío hay más tendencia a la resequedad y deshidratación y una crema más oleosa o con mantecas como la de karité nos ayudan a suavizar y nutrir, y en la época estival debemos cuidar mucho más de la incidencia de los rayos UVA por lo tanto podría ser buena opción elegir cremas con alto contenidos de activos ricos en antioxidantes, como la astaxantina, granada, pepitas de uva.
Realmente son muchos los factores que inciden en el estado de nuestro cutis tanto externos como internos a nivel salud. Lo suyo sería que el cuidado empiece desde adentro hacia afuera. Una buena depuración hepática nos ayudará a purificar la piel, drenar toxinas ayudando a mejorar el aspecto y color, y por supuesto que es más que recomendable en el caso de tener una piel con acné o granitos.
Una alimentación saludable es la clave. Rica en frutas, verduras.
Podemos ayudarnos con suplementos de vitaminas, como la vitamina A, la vitamina E, o germen de trigo y levadura de cerveza, ricos en vitamina B.
Luego la rutina de limpieza debe ser adaptada a las necesidades que tengamos.
Elegir entre una agua micelar o una crema de limpieza depende de si tenemos mas o menos impurezas, si nos maquillamos o no, o si tenemos la piel seca o grasa.
La emulsión consta de 2 fases, la fase acuosa y la oleosa.
Debemos medir bien las cantidades antes de empezar.
La fase acuosa podemos elegir entre un hidrolato, agua floral o agua destilada, también aloe vera y glicerina vegetal.
La fase oleosa esta compuesta por aceites y mantecas.
El comodín que nos ayudará a que esta fusión ligue y se convierta en crema es el emulsionante. Pueden ser varios, como oliver, montanov, o lecitina, entre otros.
Es importante que estén ambas fases calentadas a baño María y cuando llegue a los 65/75 grados (depende del emulsionante) retirarla y volcar la fase acuosa sobre la oleosa y sobre un baño María inverso, es decir con agua fría.
Batimos muy bien y cuando se enfríe añadimos conservantes como el sharomix, y los aceites esenciales escogidos, aunque son imprescindibles si tenemos una piel muy sensible.
Luego toca envasar, aplicar y disfrutar.